Durante un encuentro con unos 700 representantes de organizaciones de la sociedad civil donde expuso “algunas claves de la convivencia ciudadana a partir de la vida familiar” y llamó a “amar a la sociedad en las obras más que en las palabras”.
Mariategui
08/07/15
Quito.– El encuentro se desarrolló en la Iglesia de San Francisco, situada en el centro histórico de la capital ecuatoriana, una de las más antiguas de Quito. Previo a la intervención del papa participaron pequeños empresarios, Imelda Caicedo, representante del pueblo montubio (campesino) y el arzobispo de Cuenca, Luis Cabrera Herrera.
¿Amamos a nuestra sociedad? ¿Amamos a nuestro país, la comunidad que estamos tratando construir? ¿La amamos en los conceptos disertados, en el mundo de las ideas? ¡Amémosla en las obras más que en las palabras! En cada persona, en lo concreto, en la vida que compartimos. El amor siempre tiende a la comunicación, nunca en el aislamiento”, dijo el pontífice en su mensaje que se extendió por 25 minutos.
Al hacer un paralelismo de la sociedad con la familia, añadió que la sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente en casa.
“En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos. ¿No debería ser así también la sociedad?”, planteó.
En este contexto, lamentó que las relaciones sociales o el juego político, muchas veces se basa en la confrontación y en el descarte y que se trata de vencer al oponente en lugar de buscar el diálogo.
“¿Es ser familia eso? En las familias, todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Las alegrías, las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso es ser familia!: si pudiéramos ver al oponente político, al vecino de casa con los mismos ojos que a los hijos, esposas, esposos, padres o madres”, reflexionó ante el aplauso de los presentes.
Justicia social
Dijo también que en el ámbito familiar, las personas reciben valores fundamentales del amor, la fraternidad y el respeto mutuo, que se traducen en valores esenciales: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad (labor orientada al bien común).
En este sentido, sostuvo que la gratuidad no es un complemento sino un requisito necesario de la justicia.
“Lo que somos y tenemos nos ha sido confiado para ponerlo al servicio de los demás, nuestra tarea consiste en que se fructifique en obras de bien. Los bienes están destinados a todos, y aunque uno ostente su propiedad, pesa sobre ella una hipoteca social. Se supera así el concepto económico de justicia, basado en el principio de compraventa, con el concepto de justicia social, que defiende el derecho fundamental de la persona a una vida digna”, subrayó.
En otra parte de su mensaje, Francisco expuso que de la fraternidad vivida en la familia, nace la solidaridad en la sociedad, que no consiste únicamente en dar al necesitado, sino en ser responsables los unos a los otros.
“Si vemos en el otro a un hermano, nadie puede quedar excluido, nadie puede quedar apartado”, apostilló.
El papa, que este miércoles concluirá su visita a Ecuador, agregó que la esperanza de un futuro mejor pasa por ofrecer oportunidades reales los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, creando empleo, con un crecimiento económico que llegue a todos, y no se quede en las estadísticas macroeconómicas. Si no hay solidaridad es imposible alcanzar un desarrollo sostenible que genere un tejido social firme y cohesionado, enfatizó.
Por último, el pontífice manifestó que el respeto por el otro que se aprenden en la familia se traduce en el ámbito social en la subsidiariedad.
Al concluir su mensaje, el papa Francisco pidió llevar sus palabras de aliento a los grupos representados por los asistentes en las distintas esferas sociales. (andes.info.ec)
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