Arturo Corcuera y Rubén Darío: Honrar honra


El Gobierno Sandinista ha acordado conferir a nuestro gran poeta Arturo Corcuera, su máxima distinción cultural: la Orden Rubén Darío, hecho que no solo honra a nuestro eximio bardo, sino que es un reconocimiento a su calidad de adalid no solo de las letras, sino de la militancia de AC en la causa del hombre, de la defensa impertérrita de la condición humana y la adhesión, infaltable, a la justicia, en el Perú y donde sea necesario.


Winston Orrillo
Mariátegui
04/06/17

          “No oyes caer las gotas de mi melancolía”
          “Y no saber adónde vamos, /ni de dónde venimos”
RD
"Fábula del escarabajo”: “Le huyen los saltamontes./ Las arañas detienen/ minúsculos talleres.// Las cigarras enmudecen/ mientras irradia sombras.// Burgués contaminado, escaravaro,/ escabizbajo,/ lleva un mundo en sus manos/ maese escarabajo”
AC

El Gobierno Popular Sandinista, de Nicaragua, que dirige Daniel Ortega en la patria de Rubén Darío y a cuyo lado se halla, su esposa, la relevante poeta Rosario Murillo, han hecho un acto de justicia estricta, pues Félix Rubén García Sarmiento –tal el nombre “civil”- del autor de Cantos de Vida y Esperanza, no solo fue el renovador de la poesía en nuestra lengua –al crear el Modernismo- sino que, con su propia obra y vida, como le hemos llamado en otro artículo, fue prácticamente el “Colón” del verso, al “descubrir”, a la alicaída poesía en español de fines del XIX y primeras décadas del siglo pasado, nuevas resonancias, ritmos nuevos y horizontes que, más adelante, abrirían el campo a generaciones como la del 27 e iluminarían a autores como Juan Ramón Jiménez, entre varios otros, los mismos que dieron nueva vida a la lírica en nuestra lengua, amén de la influencia en la propia poesía de América Latina, donde el Modernismo –creación de nuestro Rubén- se extendiera a nombres como los de José Martí, Julián del Casal y Manuel Gutiérrez Nájera, amén de José Asunción Silva.

Pero Darío, amén de la magia inconsútil de su versos, y de su penetración en los entresijos de la emoción fue un defensor de su patria frente a los arrestos -¡como no!- del imperio yanqui, aparte de que no todo, en sus versos, fue la elegancia de los ritmos nuevos -imitados hasta la saciedad- sino que la buida penetración de su visión poética nos llevó hacia poemas como “Lo fatal”, aquel que comienza con el inolvidable “Dichoso el árbol/ que es apenas sensitivo/ y más la piedra dura/ porque esa ya no siente…” y concluye con ese estremecedor dístico que hemos puesto a guisa de epígrafe: “Y no saber adónde vamos/ ni de dónde venimos”.

Filosofía, pues, penetración en las entretelas de la humanidad, todo lo que ha sido recordado en el presente, que es el año (1917-2017) de su tránsito a la inmortalidad, debidamente motivo de homenajes en el mundo hispánico, y, en particular, en la Representación Diplomática  de Nicaragua en el Perú, felizmente en las poéticas manos de la inquieta embajadora, entrañable lírida, Marcela Pérez Silva, quien hizo una concurrida reunión en su recinto oficial, con motivo de la entrega de la justa presea que mereciera Arturo Corcuera, tan parecido a Darío, no solo por la altísima calidad de sus versos, sino por la originalidad de los mismos y su ecuménica proyección político-social, con más de veinte libros, uno de los cuales, Noé Delirante tiene ediciones que superan los veinte mil ejemplares, y es un volumen que los niños del Perú, y de Nuestra América, leen con delectación singular.

Como dijimos en uno de los primeros párrafos de esta reseña, Arturo Corcuera no sólo ha sido galardonado por su original obra literaria, sino por su irreversible adhesión a cuanta justa causa se halla en los días complejos que vivimos. De allí su galardón, asimismo, de la Patria de Martí –la Medalla “Haydée Santamaría”, en honor a la fundadora de la Casa de las Américas, así como sus galardones líricos internacionales en Rumanía y en la propia Cuba.

Para la posteridad, Corcuera junto a la pintura de Darío.

Arturo defiende Palestina, Venezuela Bolivariana y, entre nosotros, es un convencido de la necesaria unidad de las fuerzas progresistas, a fin de limpiar el universo Valllejiano y 
Arguediano de todas las excrecencias que no son difíciles de divisar y que medran por encima de cualesquiera buenos propósitos, por los que votarán, sin duda nuestras mayorías.

Por ello el título de esta nota: la frase martiana: “Honrar, honra”. Nuestro gran poeta ha sido honrado con el galardón Rubén Darío, al que él mismo honra por las razones aquí expuestas.

Comentarios