Perú. Celebran independencia de Centroamérica


Al celebrarse el centésimo nonagésimo sexto aniversario de la firma del Acta de Independencia de Centroamérica, los embajadores de las cinco repúblicas centroamericanas en el Perú depositaron una ofrenda floral bajo el busto de Francisco Morazán, en el parque Centroamérica del limeño distrito de Miraflores. El acto tuvo lugar la mañana del jueves 14 de septiembre.


Mariátegui
23/09/17

Melvin Sáenz Biolley, embajador de Costa Rica; Grego Pineda, embajador de El Salvador; Verónica Araujo, embajadora de Guatemala; Ramón Valladares, embajador de Honduras y Marcela Pérez Silva, embajadora de Nicaragua fueron recibidos por el Alcalde de Miraflores Jorge Muñoz Wells, quien colocó una ofrenda floral al Padre de la Patria Centroamericana.

Otras ofrendas fueron presentadas por las embajadas de los países del ALBA, el consulado honorario de la República de Malta, la PNP, la FAP y la Marina de Guerra del Perú, y el Organismo Andino de Salud.

A la ceremonia asistieron los embajadores de Ecuador, México, Brasil, Argentina, Paraguay, Suecia y Emiratos Arabes, así como representantes de las embajadas de Venezuela, Bolivia y Cuba, agregados militares de distintos países y miembros de la comunidad centroamericana.

Los honores estuvieron a cargo de los efectivos del cuerpo de los Húsares de Junín.

Acabada la ceremonia, las embajadas centroamericanas invitaron a una recepción en el Salón de Actos del Palacio Municipal de Miraflores. Esta contó con la presencia del Secretario General de Relaciones Exteriores, embajador Eric Anderson y el Alcalde anfitrión, quien ofreció unas cálidas palabras de bienvenida a los invitados.

Al evento asistieron embajadores de los cinco continentes, miembros del cuerpo diplomático acreditado en el Perú, funcionarios de cancillería, miembros de la comunidad centroamericana y destacadas personalidades de las artes, la cultura, la política y la empresa privada. Como ya es costumbre en esta celebración anual, el doctor Eduardo Arroyo fue el maestro de ceremonias. El embajador de Costa Rica, Melvin Sáenz Biolley, hizo el brindis de honor.

El discurso de orden, como decana de los embajadores de Centroamérica, le correspondió a la embajadora de Nicaragua, Marcela Pérez Silva.


Estas fueron sus palabras: 

El 20 febrero del 1889 el vapor Cachapoal atraca en el puerto del Callao. A bordo viaja Rubén Darío (1867-1916) que regresa a Nicaragua luego de su estancia chilena. El poeta, de apenas 22 años, acaba de publicar Azul… y aprovecha la breve escala de su barco para ir a saludar a Ricardo Palma, quien lo recibe en la Biblioteca Nacional y, confundiendo su nombre, lo saluda diciendo:

— ¡Oh, mi señor don Darío Rubén!...

El viajero evocará aquel recuerdo en una bella crónica escrita en Guatemala al año siguiente, en la que rememora su visita a Lima. Aparecerá publicada en El Perú Ilustrado el 24 de mayo de 1890 firmada por su autor: “Rubén Darío (Centro-americano)”.

El Príncipe de las letras castellanas nacido en Metapa (antaño Chocoyos, hoy Ciudad Darío en Nicaragua) fue un centroamericano a carta cabal. Desde su juventud fue un fervoroso partidario de la unión centroamericana:

Esas cinco patrias pequeñas que tienen por nombre Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Honduras han sido y tienen necesariamente que ser una sola patria grande[i].

Su tío abuelo, el coronel Félix Ramírez, era un viejo liberal, veterano de mil batallas, que jamás dejó de soñar con la reconstrucción de su patria grande, aún cuando esta hubiera quedado reducida a cinco jirones. La semblanza que de él hace Darío, servirá de inspiración a Gabriel García Márquez para su personaje del coronel Aureliano Buendía en Cien años de soledad. Dice Darío:

Yo me criaba como hijo del coronel Ramírez y su esposa Bernarda. Era él un militar bravo y patriota, de los unionistas de Centro América. Por él aprendí años más tarde a andar a caballo y conocí el hielo…[ii]

Por casa del coronel pasaba todo León: “Por las noches había tertulia en la puerta de la calle. Llegaban hombres de política y se hablaba de revoluciones[iii]”. Entre estos escribas de provincia se forma el poeta-niño. Serán ellos los primeros en reconocer su talento y en sembrar en él la semillita del pensamiento integrador.

A su regreso de Chile, “entre discursos, proclamas y fusilerías[iv]…” Darío consagra su pluma y su palabra elocuente a difundir las razones del movimiento unificador. Dos corrientes antagónicas marcan las encarnizadas luchas políticas: una que propugna la unión de las repúblicas en un solo estado poderoso, y la otra que pretende mantener la independencia de cada una de ellas[v]. El presidente de El Salvador, de ideales unionistas, le encomienda la dirección del periódico La Unión. Desde la página editorial, Darío anuncia:

Este diario flameará como una bandera y sonará como un clarín. Venimos a poner nuestra idea al servicio de la gran causa nuestra, de la unidad de la América Central. (…) De todos los centroamericanos que ansían el engrandecimiento del viejo país por el que murió Morazán. (…) Que vuestro pensamiento, oh antiguos próceres de la Unión Centroamericana, sea una explosión de luz en la noche de nuestras divisiones. No más discusiones y pequeñas rencillas, brille la paz serena y santa. Así, llenos los campos de espigas, vendrá el olvido de la sangre y de las fatales guerras[vi].

La verdad es que desde hace ciento noventa y seis años, desde aquel 15 de setiembre de 1821 en que declaramos nuestra independencia de España, las consignas de Paz y Unicidad versus Guerra y Desmembramiento nos vienen enfrentando. Nacimos como una nación indivisible. Nuestra contradicción fue entonces, y sigue siendo, el sistema de gobierno que queremos darnos los centroamericanos. Independentistas o filomonárquicos, liberales o conservadores: el resultado fue el desmembramiento institucional. La confrontación entre las repúblicas abarcó un período de setenta años (desde 1838, fecha del desmembramiento, hasta 1907 cuando, obligados desde afuera, firmamos en Washington el Tratado de Paz y Amistad Centroamericana, para garantizar la estabilidad del Istmo). Entonces la contradicción tomó otra forma: un lado empezó a perfilarse independiente, mientras que el otro se supeditaba a la hegemonía norteamericana[vii].

En distintos momentos y circunstancias históricas, los pueblos centroamericanos han asumido la responsabilidad de optar por un sistema de gobierno alternativo al establecido. Lo intentó Guatemala en 1944, con resultados harto conocidos. A Nicaragua le tocó plantear un sistema de orientación socialista desde julio de 1979. La respuesta fue desproporcionada con niveles de pérdidas humanas y destrucción material inimaginables.

Es entonces que se produce un parteaguas en la historia de la región: las cinco repúblicas firman los Acuerdos de Esquipulas II que garantizan el derecho de las naciones a determinar libremente y sin injerencias externas, su modelo económico, político y social. Es decir, el “pluralismo político-ideológico, la democracia participativa, y la no injerencia externa en la decisión de elegir el propio modelo de gobierno”.

Y en eso andamos los centroamericanos y las centroamericanas: fortaleciendo la integración que nos llevará a la anhelada unicidad. Construyendo nuestra identidad común. Esa con lo que soñaba nuestro Rubén el grande, en su poema “Unión Centroamericana”, cuando decía:

Cuando las plumas juntas forman un ala;
cuando la Patria, espléndida, viste de gala;
cuando el pueblo contempla nubes espesas
rasgadas con relámpagos y Marsellesas;
cuando en una bandera cinco naciones
juntan sus esperanzas y pabellones;
entonces, de los altos espíritus en pos,
es cuando baja y truena la voluntad de Dios[viii].

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[i] Rubén DARÍO, El viaje a Nicaragua e Intermezzo musical, Madrid: Biblioteca Ateneo, 1909.
[ii] Rubén DARÍO, La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, Buenos Aires: Caras y caretas, 1913.
[iii] Ibidem.
[iv] Ibidem.
[v] Alfonso María LANDARECH, “Rubén Darío centroamericanista”, Managua: Revista Conservadora, Nov, 1964. 
[vi] Ibidem.
[vii] Aldo DÍAZ LACAYO, Las tres revoluciones independentistas de América, Managua: Aldilá, 2013.
[viii] Rubén DARÍO, “Unión Centroamericana”, poema leído por su autor en el banquete dado por Plenipotenciarios de Centroamérica al Presidente de El Salvador, el 20 de octubre de 1889, vv. 17-24.



196º Aniversario de la Independencia Centroamericana
Ofrendas Florales en el parque Centroamérica
Palacio Municipal de Miraflores
Lima, 14 de setiembre, 2017
Fotos: Camila Borge Pérez | Lucia Arellano

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