Abel Gonzáles Santamaría
Revista Mariátegui
24/04/20
La humanidad fue testigo de dos conflagraciones que provocaron la muerte de más de 60 millones de seres humanos y enormes daños económicos. La Primera Guerra Mundial (1914–1918), implicó a 32 naciones y murieron diez millones de personas. Mientras que en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se vieron envueltos 61 países y cegó la vida a 55 millones de soldados y civiles.
Durante las contiendas el territorio continental de Estados Unidos se mantuvo intacto. Las grandes corporaciones estadounidenses se beneficiaron, el desempleo se redujo considerablemente y pudieron salir de la profunda crisis económica derivada de la Gran Depresión (1929-1933). Al concluir la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en la primera potencia económica del planeta.
Desde entonces, el fantasma de una tercera gran guerra recorre el mundo, fundamentalmente por el papel intervencionista de Estados Unidos que socava la paz y la seguridad internacionales. Proliferan las guerras de rapiña, la carrera armamentista y se desarrollan nuevos sistemas de armas nucleares. La principal potencia económica mantiene cerca de 800 bases militares en todo el orbe.
El científico más importante del siglo XX, Albert Einstein, reflexionaba sobre las posibles implicaciones de una nueva conflagración: “No sé cómo será la Tercera Guerra Mundial, solo sé que la cuarta será con piedras y lanzas”.
Ese temor se disparó a inicios del 2020, con la muerte de uno de los militares de mayor rango de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, víctima de un ataque aéreo lanzado en la capital iraquí por el Ejército estadounidense siguiendo órdenes del presidente Donald Trump.
El asesinato del general iraní provocó una gran preocupación en la comunidad internacional, por sus graves consecuencias para la paz y estabilidad regionales. Las redes sociales se llenaron de muestras de alarma, y millones de usuarios colocaron la etiqueta #WWIII (Tercera Guerra Mundial por sus siglas en inglés) en el primer sitio de las tendencias a nivel internacional.
En medio de las tensiones, un poderoso enemigo atacó a la mayoría de las naciones: el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y la infección COVID-19. Así entró el mundo en una guerra contra un invasor invisible que agrede a todos por igual. Hace un mes la Organización Mundial de la Salud lo declaró pandemia global. Para derrotarlo no se requiere del empleo de las armas convencionales, sino de material sanitario y cooperación internacional.
El mundo está en pie de guerra contra el potente invasor, que afecta a 182 países. Casi dos millones de personas han sido contagiadas y más de 102 mil han fallecidos en todo el orbe. Estados Unidos es el país más afectado, con más de 21 mil decesos. Es la primera vez en la historia estadounidense que sus 50 Estados se encuentran bajo declaración de desastre federal de manera simultánea.
Según reveló la revista Science, luego de una revisión de 12 modelos matemáticos realizada por científicos federales concluyó que es probable que Estados Unidos vea a millones de personas infectadas. Añade la publicación que es posible que el número de muertos supere los 100 mil y algunos expertos temen que incluso esos números sean demasiado optimistas, dado que los brotes ahora explotan en lugares que están mal preparados para el aumento de personas que necesitan hospitalización, como Luisiana, Michigan y Florida.
La pandemia ha recordado, de la manera más dura posible, el precio que se paga por las debilidades en los sistemas de salud, las protecciones sociales y los servicios públicos. Así lo afirmó recientemente el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, quien instó a la comunidad internacional a unirse para poder enfrentar la pandemia y sus devastadoras consecuencias.
En medio de este complejo escenario el Pentágono identificó sus tres frentes de guerra: la COVID-19, el terrorismo y el narcotráfico. Con ese último pretexto, el presidente estadounidense ordenó incrementar la presencia de medios y efectivos militares en Latinoamérica en el este del océano Pacífico y el Caribe. Paralelamente, acusaron a Cuba y Venezuela de vínculos con el tráfico de drogas, para justificar el incremento de las medidas de cerco económico y alentar una posible agresión contra la nación bolivariana.
A pesar de los tambores bélicos que suenan en el mundo y la sostenida guerra económica e ideológica que las diferentes administraciones estadounidenses han desplegado contra la Mayor de las Antillas, el gobierno revolucionario cubano apuesta por la solidaridad internacional. Para enfrentar la pandemia también desplegó sus fuerzas por el mundo, conocido como el ejército humanista de batas blancas, educados en la idea de salvar vidas. La colaboración médica cubana está presente en 61 países, y envió a varias naciones brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”, para erradicar el nuevo coronavirus.
Así está de convulso el mundo hoy, donde además se pronostica la mayor recesión económica desde la Gran Depresión, en un planeta donde más del 80% de la riqueza está concentrada en el 1% de la población. Ante estas realidades vuelve a recorrer el fantasma de la Tercera Guerra Mundial, como consecuencia de las elevadas pérdidas de vidas humanas e incalculables daños económicos que tendrán la mayoría de las naciones, incluyendo Estados Unidos.
En el corto y mediano plazos no es previsible una tercera gran guerra a escala global, lo que no excluye que Estados Unidos se lance a una aventura bélica contra alguna nación utilizando cualquier pretexto. A fin de cuentas el planeta nunca ha disfrutado de una paz verdadera. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia del subdesarrollo y la pobreza, más que en cada una de las dos guerras mundiales.
El principal responsable es el capitalismo salvaje con sus recetas neolierales. De ahí que cada día adquieren mayor vigencia las palabras del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, hace casi tres décadas durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo, cuando alertó que: “una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
* Cubadebate
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