Italia: Un derecho convertido en motivo de guerra


Salima Cure / A Sud - Mariátegui
08/08/09


A fines de septiembre, cuando a L’Aquila el frío empieza a sentirse, solo 3000 personas de las 50.000 personas que aún hoy son asistidas por la protección civil, podrán entrar en una casa. Una dramática situación que empieza a generar fuertes disputas y que puede degenerarse en una guerra entre pobres.

Han pasado 4 meses desde la noche del terremoto del seis abril. Aún 21.000 personas duermen en las carpas instaladas en los 140 campos administrados por la protección civil, otras 19.000 en los hoteles y otras 10.000 en casas privadas.

El proyecto C.A.S.E. del gobierno Berlusconi que prometía dar una casa entre el mes de septiembre a las 14.000 personas que perdieron totalmente su casa -casas clasificadas con la letra E o ubicadas en zona roja1- sólo asegura para esa fecha un techo a 3000 personas, las otras 11.000 deberán esperar diciembre y quizás enero. Una situación grave si se suman además las personas que no perdieron casa, que por lo tanto no tienen derecho a la sitemación en las casas del gobierno y que aún no han podido realizar los arreglos de distinta complejidad necesarios para salvaguardar sus casas por motivos tanto burocráticos como por la falta del dinero que el gobierno tantas veces ha prometido, pero que nunca ejecuta, excepto para la protección civil y para su proyecto C.A.S.E.

El panorama es entonces difícil, y se siente en la principal pregunta que muchos ciudadanos de L’Aquila se hacen constantemente, dónde vamos a ir a vivir?. La protección civil y la alcaldía de L’Aquila “parece”que hasta ahora se dieron cuenta que las casas construídas no bastan, y según el alcalde es necesario instalar casas de madera o módulos habitativos temporales y confiscar las casas no vendidas y en buen estado de la ciudad para asegurar la sistemación de quienes no tienen casa; dos opciones que los comités ciudadanos formados después del terremoto habían lanzado anticipadamente porque ya preveían el hoy visible fracaso del costoso y poco efectivo plano del gobierno. A las personas que tienen casa pero no en óptimas condiciones les ha sido propuesto el traslado por algunos meses en pueblos y ciudades vecinas mientras avanzan las prácticas burocráticas que permitirían realizar los ajustes de las habitaciones con dinero que llegará sólo a través de créditos. Propuesta que mucha gente rechaza porque simplemente de su territorio no se quieren alejar, sobretodo la gente que vive en los pueblos y tienen sus animales, huertos y cultivos.

En septiembre se vivirá un verdadero conflicto. Tomemos solamente en consideración quienes según el Decreto Abruzzo cumplen las condiciones para entrar en las casas del proyecto C.A.S.E. es decir, quienes perdieron casa completamente o su demora está ubicada en zona roja. En septiembre los apartamentos disponibles cobijarán solamente 3.000 personas, y dijimos que son cerca 14.000 las que non tienen casa.

La alcaldía de L’Aquila, que si bien no es responsable de la ejecución y proyección del plano C.A.S.E asumió, obligada o no, la difícil tarea de establecer los criterios para su asignación, una especie de “clasificación de los terremotados”. Por cada víctima del sisma al núcleo familiar le vienen adjudicados 5 puntos, por cada hijo menor de cinco años 4, por una anciano mayor de 85 años 2, por cada componente con trabajo o inscrito a la universidad 1.5, por cada componente inscrito a la escuela 3, por cada componente diversamente hábil 5, por ser residentes en l’Aquila por más de 10 años 2 y por mas de cinco años 1. Una clasificación que extrañamente no contempla el rédito. A mayor puntaje, mayor la posibilidad de acceder a una casa, los hijos, ancianos, las personas diversamente hábiles son números que ayudan a alzar la posibilidad de entrar en una casa.

Comentarios terribles se escuchan por doquier, “esos extranjeros con tantos hijos seguramente se quedarán con nuestras casas”, “L’Aquila a los aquilanos” comentarios que evidencian un conflicto que ponen en competición extranjeros y no, residentes y no, propietarios y no, estudiantes y no, una guerra entre pobres, como en estos tiempos se escucha tanto decir.

Para completar este terrible cuadro, la demanda de habitaciones fuertemente superior a la oferta está incentivando fenómenos especulativos de arriendos de casas, locales y apartamentos en buenas condiciones que llegan a convertirse en verdaderos robos; por apartamentos de 70 metros cuadrados que antes del terremoto se pagaban 400-500 euros mensuales, se piden cifras cercanas a los 1.500 euros. Por no hablar del hecho de que no ha iniciado la reconstrucción de la ciudad-territorio, algunos pueblos, y muchas calles de L’Aquila están tal cual el seis de abril, con hierbas que crecen en los ángulos y gatos y ratones que recorren las calles fantasmas.

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