Las redes sociales en Internet, ¿quién tiene el control?


Beatriz Tostado / Revista Pueblos - Mariátegui
26/03/10


Txema twittea. Cristina también. Ella aprovecha para anunciar los próximos eventos que organiza su empresa. Él hace públicos los actos en los que participa e incluso los comenta en directo. ¿Es periodismo hecho por el pueblo?, ¿es una manera democrática de participar en la comunicación? Son las redes sociales, novedoso instrumento que, desde hace unos años, parece permitir la comunicación horizontal, múltiple y personal, de manera rápida. Territorios de negocios para empresas y lugares de encuentros humanos.

Primero fueron el correo electrónico y las webs, después los blogs. Todo un espacio que se extendía ante nuestros pies para poder gozar de la comunicación de una manera más horizontal y más activa. Al principio fue el intercambio de mensajes y los comentarios de los usuarios y luego los usuarios-consumidores empezaron a “crear” junto con otros. La mayoría de las veces, sin embargo, en espacios ya creados para ellos por otros, los dueños, que nos prestan un espacio. Aunque no lo hacen gratis.

Las redes sociales que gozan de más predicamento y que son “más consumidas” son MySpace, Facebook, Flickr, Digg, Tuenti, Hi5, Twitter, Netlog y Ning. Su nacimiento lo encontramos a principios de los noventa, cuando se crea el sitio web classmates.com. El objetivo era “que la gente pudiera recuperar o mantener el contacto con antiguos compañeros del colegio, instituto, universidad, etcétera” [1]. A partir de ahí empezaron a florecer espacios similares, de reencuentro de amigos o colegas del cole.

Estas redes sociales ¿las manejamos nosotros o nos unimos a lo que otros manejan/manipulan?, ¿es un modo de compartir libre y horizontal o es tal vez el inicio de algo orwelliano?

¿Qué son las redes sociales?

“Una red social es una estructura social en donde hay individuos que se encuentran relacionados entre sí. Las relaciones pueden ser de distinto tipo, como intercambios financieros, amistad, relaciones sexuales, entre otros. Se usa también como medio para la interacción entre diferentes como chats, foros, juegos en línea, blogs y otros” [2].

Dicho de otro modo. “Las redes son formas de interacción social, definida como un intercambio dinámico entre personas, grupos e instituciones en contextos de complejidad. Un sistema abierto y en construcción permanente que involucra a conjuntos que se identifican en las mismas necesidades y problemáticas y que se organizan para potenciar sus recursos” [3].

Nacho cuelga en Facebook las fotos de su hijo recién nacido y Anne nos anima a meternos en el grupo Defendamos la naturaleza. Mientras, José se reencuentra con antiguos compañeros del colegio por el hi5. Fran, miembro de movimientos sociales, además de un blog de noticias de corte anticapitalista, tiene cuenta en las redes antes nombradas y en otras desde las cuales convoca acciones de protesta y demás movilizaciones hacia “Otro mundo posible” y comparte artículos e interesante información. Su perfil de Facebook es uno de los más visitados diariamente.

¿Son unas herramientas a nuestra disposición de las que podemos hacer un uso realmente libre?

Todo ello va aderezado además con buenas dosis de publicidad, seamos o no conscientes de ello, que es lo que mantiene a las grandes empresas que ofrecen ese espacio. Como recuerda la periodista Elena Cabrera en Nodo50: «Cada vez que agregas a alguien, no sólo te vendes a ti sino también a tus amigos. Al agregar estás diciendo al empresario, al dueño de la página y a su departamento de marketing: “oigan, que esta persona es como yo, le gusta lo que a mí, somos amigos y juntos hacemos fuerza”. Y de la contabilidad nace la estadística y de la estadística el marketing y del marketing el dinero, las ventas, que es lo que les interesa. Porque ellos viven de eso, a tu costa. A no ser que te llegue dinero por ello. Porque a lo mejor te llega y yo no lo sé. En la columna de la derecha de tu página de Facebook te aparecen anuncios ¿verdad? Son tan grandes que es difícil no verlos y al final uno los acaba leyendo. Por lo tanto, tener una cuenta de Facebook no es gratis, te cuesta dinero pero no lo pagas con dinero contante, sino con el equivalente de la publicidad que consumes. ¿Cuánto dinero te paga Facebook cada vez que uno de tus amigos lee tu cambio de estado y, de paso, la publicidad? Todo lo que lleva publicidad no es gratuito. Tu presencia como consumidor de publicidad es valiosísima» [4].

Así lo reconocen los expertos en marketing. “La red social es un canal directo para un marketing eficaz y para obtener beneficios rápidamente entre un público determinado... Las empresas se han dado cuenta del potencial que conlleva estar presente en una red social porque implica tener una visibilidad inmediata a nivel internacional y sin barreras geográficas, así como una comunicación y unas oportunidades de venta directas” [5].

¿Somos los dueños de ese espacio virtual?

Cabría preguntarse, además, si somos dueños del espacio o si se nos tolera hacer uso del mismo mientras no suponga un cambio en la calle, una transformación de las estructuras o un excesivo ataque a las mismas, ¿se trata de una libertad controlada que no debe ni puede superar ciertas fronteras?

La reflexiones sobre este conjunto de cuestiones no es óbice, sin embargo, para dejar de reconocer las ventajas que efectivamente tienen estos nuevos modos de compartir información y que, dentro de unos límites, podrían ser considerados una especie de tuberías en las que volcar incluso la desazón, la protesta y la lucha contra el sistema del que forman parte, que las sostiene y que sostienen.

Pros: con control y precaución

Una red social supone un espacio de intercambio de información y de llegar de manera inmediata a mucha gente, una herramienta útil en todo lo referente a la generación de noticias y a compartir información. Digamos que es una manera de que la ciudadanía pueda, de algún modo, apropiarse de ciertos instrumentos (con limitaciones) para que salga a la luz lo que no aparece publicado en los grandes medios. Es también un espacio adecuado para hacer publicidad de uno mismo, de su empresa, para buscar trabajo, etc.

Pero, ¿significa todo ello que nos estemos adueñando de los medios, de “sus” medios?, ¿o quizás lo deseable sea hacer una utilización en nuestro beneficio?, ¿o tal vez nos utilizan a través de sus medios? Sin duda es un método altamente útil para hacer pública información que se veta en los mass media y que esas noticias tengan espacio. Siempre, eso sí, a merced de que los propietarios de la página (o quienes los manden a ellos) censuren lo que en un momento dado consideren inadecuado o peligroso. Porque los propietarios de esas páginas son a su vez grandes empresas. Los dueños, los propietarios, no somos nosotros.

Mientras, podemos hacer uso de ese espacio en el que contar, compartir y, por qué no, sacarle las vergüenzas al sistema. Eso sí, hagámoslo con precaución ya que no son un verde campo de libertad, igualdad y fraternidad.

Contras: redes, intimidades y afectos

Las redes sociales son espacios que pueden aprovecharse, por un lado, para comunicar e informar y, por otro, para facilitar la comunicación interpersonal superando barreras de espacio y de tiempo. Pero tienen su lado oscuro, del que quizás no siempre seamos conscientes.

• ¿Son realmente redes sociales? “Facebook, MySpace, Twitter, etc. no son redes sociales porque en verdad no son sociales. No dan el poder al usuario porque ellos tienen el poder. Ellos ponen la piscina y allí que nos tiramos todos. Cuantos más nadadores en la piscina, controlados dentro de sus cuatro paredes, más fácil es coger un megáfono y venderles algo a la vez. Una red social, para que sea tal, no puede pertenecer a una persona, a un empresario, ha de ser de todos y de nadie, ha de ser transparente, no controlable o controlable por todos” [6]. Habría que redefinir de qué estamos hablando y, seguramente, dejar de engañarnos con los nombres que otorgamos (que otros dan por nosotros) a las cosas.

• Datos e intimidad. Una cosa es publicar informaciones y otra hacer públicas intimidades. Además de compartir de manera consciente, arrastramos con nosotros todo un equipamiento (amigos, dirección, correo-e, detalles de vida privada y demás) que tal vez no debería aparecer o, si acaso, hacerlo de otra manera. Son multitud de detalles a disposición de gente que no conocemos, con quien no decidimos comunicarnos y cuyo uso de esa parte de nuestra intimidad desconocemos. Y lo que es peor incluso, vendemos gratis, también, la intimidad de nuestros íntimos, la mayoría de las veces sin su consentimiento.

Así, nos desnudamos y volcamos gratis nuestros datos y lo que después se haga con ellos no podemos controlarlo.

Como dice el periodista Stephen Baker, «nos vigilan [pero] no todo el mundo comparte la misma opinión. Algunos están tan preocupados con la privacidad que juran “salirse de la pantalla”. Pero hay muchos otros que publican los detalles más íntimos de sus vidas en Facebook, MySpace, Tuenti y en las ráfagas de 140 caracteres de Twitter. Mucha de esta gente no tiene inconveniente en contestar encuestas en sitios web de libros, cine o citas. Así que la línea divisoria sobre privacidad existe entre las personas que tienen diferente opinión sobre ese tratamiento de la acumulación de datos personales. Como sociedades, no tenemos claro todavía qué papel deben tener las máquinas que cada vez más van a ayudar a gestionar nuestras vidas» [7].

• Relaciones sin filtro y afectos. En lo que respecta a las relaciones interpersonales, que es lo que más furor ha hecho entre muchos de quienes disponen de cuenta en estas redes, la comunicación y relaciones directas se están sustituyendo por comunicación virtual. Así, las relaciones “sin filtro”, en cierto modo, han caído en desuso. El mundo de los afectos, de los abrazos, incluso de la voz, de alguna manera está siendo dañado por el abuso de esta vía de comunicación con el otro, lo cual genera que, en gran medida, devore el espacio de relaciones afectivas y personales directas, que no dejan de ser las más importantes.

Puede derivar esto en un vaciamiento, además, de los espacios públicos de encuentro, excluidos los centros comerciales en los que comprar lo que antes se nos ha metido por los ojos y los oídos durante las horas frente a las diosas-pantallas (la tele y el ordenador). ¿Estamos enclaustrados en paraísos del consumo y la alienación?

• Organizaciones y contacto personal. Recalcábamos más arriba la utilidad de estos instrumentos a la hora de organizarse la ciudadanía, de difundir información, de luchar, de convocar, de generar movilizaciones de modo rápido e inmediato. Pero a la hora de plantear grandes temas, a veces, hace falta el contacto personal y directo, las reuniones y las asambleas, donde debatir cara a cara, discutir, matizar, programar e incluso, limar asperezas.

• Cometiempo. En el uso de las redes sociales, como en todo, hay que buscar la armonía. Si no se usan con medida pueden suponer un “ladrón de tiempo” (¿recuerdan los hombres grises de Momo? [8].), que se apropia de parte del tiempo que podríamos (y tal vez deberíamos) dedicar a otros menesteres.

Desde luego, no es fácil averiguar la manera de hacer compatibles en su justa medida lo tecnológico y virtual con lo personal, ni cómo sacar el máximo provecho de ambos.

• Adicción. Frecuentar estas redes puede desembocar en un abuso descontrolado de las mismas. Con todo, aún no hay acuerdo para definir los términos de lo que podría llamarse adicción a Internet o, más concretamente, a las redes sociales. En todo caso, para prevenir los abusos o adicciones lo esencial es que controlemos el qué, para qué, cómo, cuándo y cuánto tiempo. Controlar el tiempo que estamos conectados, los objetivos de esa conexión y qué momento del día es el adecuado.

Estas redes sociales tienen sus ventajas y sus limitaciones. Lo importante es estar constantemente ojo avizor y hacer un uso consciente y controlado por nosotros en la medida que nos sea posible. Teniendo en cuenta que siempre habrá alguien mirándonos mientras nosotros juguemos. Pero él, o ella, no juegan, son la mano que mece la cuna de estas redes.

Beatriz Tostado es periodista y miembro de Paz con Dignidad Extremadura. Este artículo ha sido publicado en el nº41 de la Revista Pueblos, marzo de 2010.

Notas
[1] Más información en www.redessociales.es

[2] Ibidem. www.redessociales.es

[3] Marcelo Zamora en www.maestrosdelweb.com

[4] Elena Cabrera en http://www.nodo50.org/No-vendas-a-tus-amigos-y-menos.html

[5] Ver http://www.lavanguardia.es

[6] Op. cit. Elena Cabrera.

[7] Stephen Baker en http://www.kaosenlared.net/noticia/nos-vigilan

[8] Michael Ende, Momo. Alfaguara

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