Argentina: Sabato y sus fantasmas


Silvina Friera / Mariátegui
02/05/11


Su voz era un como un “río negro” con ese timbre cavernoso de orador sagrado. El acento pesimista de Ernesto Sabato coronaba a esa otra voz, la del monstruoso mundo de sus tinieblas, como decía en sus páginas, que surgía en sus novelas, especialmente en Sobre héroes y tumbas. Autor entrañable para miles de lectores, sin más patria o nacionalidad que el hachazo y la conmoción que significa transitar por los universos y laberintos de El túnel o Abaddón el exterminador, su muerte, hoy a la madrugada en su casa de Santos Lugares, a los 99 años, cuando parecía que festejaría su centenario de vida, no lo exime del “juicio de la historia”. El dolor por la pérdida de un escritor fundamental del siglo XX de la literatura argentina no puede deslizar bajo la alfombra de la sociedad argentina heridas muy hondas que aún no han cicatrizado. El respeto y la admiración no debería traducirse automáticamente en indulgencia a las convicciones políticas de un intelectual ambivalente y paradójico, una especie de predicador atormentado que encarnaba la voz y los sentimientos de “todos”, una mascarada tan convincente que escapó a su control.

El “maestro”, el “genio”, el “quijote lúgubre” de nuestras pampas y cuantos calificativos se desprendan y multipliquen por las bocas apesadumbradas o las páginas que se están escribiendo en este mismo instante, fue una figura compleja, polémica, contradictoria. Almorzó con el dictador Jorge Rafael Videla, encabezó la Conadep, la comisión encargada de recoger los testimonios de los familiares de desaparecidos durante la dictadura militar y prologó el Nunca más, donde formula la “teoría de los dos demonios” y equipara el terrorismo de la guerrilla con el terrorismo de Estado. En esta trama enrevesada reside el desafío que genera el escritor; hay que “penetrar en las grietas para que pueda volver a filtrarse el torrente de la vida”, una frase de Jünger que Sabato recuerda en España en los diarios de mi vejez (Seix Barral), su último libro publicado en 2004. El escritor que nació en Rojas en 1911, que siempre fue un hombre de pueblo, que se instaló en Santo Lugares cuando casi literalmente no había nada, cuando todo era horizonte en construcción, escribió en ese último libro que “cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la historia”. Se refería al lugar decisivo de la solidaridad en un “mundo acéfalo” que excluye a los diferentes. Lo avergonzaba -afirmaba- que existan doscientos cincuenta millones de niños explotados. Pero se puede atisbar en las entrañas de esta frase algo más que la mera coyuntura a la que aludía. Quizá su deseo –inconfesable- era sortear esas “fatalidades” y peripecias interminables que padeció; buscar afanosamente un hilo de Ariadna que pudiera hacer comprensible su propio desconcierto íntimo.

Sabato es un ícono de la cultura argentina con todo lo positivo y negativo que trasunta ocupar esa posición en el imaginario de una sociedad. Supo articular, declaración tras declaración, páginas tras página, la estela del escritor torturado y sufriente que luchaba contra las tinieblas y fantasmas. Su conciencia parecía que nunca lo dejaba en paz. A menudo repetía que “quemaba lo que había escrito a la mañana”. Comenzó a garabatear su novela más emblemática, Sobre héroes y tumbas (SHT) en 1936. La primera publicación fue en 1961, pero en el ínterin, como se recuerda en la edición crítica publicada en la colección Archivos por la editorial Alción(2008), coordinada por María Rosa Lojo, hubo avances y retrocesos y quemas periódicas de manuscritos descartados. Nunca dejó de corregir y depurar ese texto capital hasta la edición definitiva de 1991. Novela total, SHT “entreteje múltiples voces e historias con la Historia, expande en direcciones contrapuestas los ámbitos geográficos, abre, desde la ciudad cotidiana, una grieta en la percepción, una ventana oscura hacia el otro lado de lo que creemos real”, subraya Lojo en el estudio liminar.

“A veces la literatura se inviste con los poderes del sueño, ilumina territorios imaginados y perdidos –plantea Lojo-. Sobre héroes y tumbas, gótico surrealista y argentino, galería de fantasmas familiares, geología fantástica, perverso libro de viajes fabulosos en el corazón de lo cotidiano, nos ofrece la ilusión de recobrar un tesoro siniestro. De asomarnos a la forma oculta del mundo, y de atisbar en ella, como en un diseño abismal de cajas chinas, todos los otros mundos que están en éste”. Sabato es un tesoro problemático y muy incómodo: genera amores y rechazos tan intensos como imposibles de conciliar. Su literatura y parte de sus ensayos –El escritor y sus fantasmas, Hombres y engranajes o Uno y el Universo- preservan un encanto difícil de negar, aun en aquellos que refieren a esas primeras lecturas como un “hechizo” o “pecado” de juventud. Pero escindir su impronta entre una “verdad nocturna” (sus ficciones) y una “verdad diurna” (sus intervenciones públicas), como él mismo proclamaba, simplifica el problema de su laberinto existencial y político. ¿Se puede parcelar a Sabato en esferas puras, incontaminadas entre sí? Difícil, aunque a menudo se haga, acaso para dejar al margen, como una “equivocación menor”, el almuerzo con Videla y su “teoría de los demonios”.

Murió Sabato en su patria adoptiva de Santo Lugares. Hace un puñado de años que estaba recluido, como desterrado en su propio terruño. En silencio, escuchando música. Una de sus últimas apariciones fue en noviembre de 2004, en Rosario, cuando en el marco del III Congreso Internacional de la lengua Española asistió a un homenaje en el que participó José Saramago, Víctor García de la Concha, ex director de la Real Academia Española de la lengua, y la entonces senadora Cristina Fernández. Más de 1600 personas lo ovacionaron de pie al Premio Cervantes 1984. Sabato lloraba, se sacaba los anteojos, se limpiaba las lágrimas y saludaba. Se despedía. Lo sabía él y todos los que fueron testigos de ese momento de extrema emoción. Debilitado por tanto cariño, moviendo su mano para saludar a todos, se esforzaba por comprender por qué él, que escribió en Abaddón… que el “universo es horrible, o trágicamente transitorio e imperfecto”, logró, en el tumulto de sus ficciones, construir una obra que tendría como destino la revelación de un territorio fantástico: la conciencia del hombre.

Entre las citas que le gustaba evocar, solía recordar una de Nietzsche: “Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en el ocaso. Pues ellos son los que pasan al otro lado”. En el club de su barrio, Defensores de Santos Lugares, los vecinos y lectores comienzan a despedirse del autor de El Túnel. Su hijo Mario reveló en una carta el gesto póstumo de su padre: “Cuando me muera, quiero que me velen acá, para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final. Y quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias, pero en el fondo un buen tipo. Es a todo lo que aspiro”.


El recuerdo de referentes de la cultura y sus amigos


Referentes de la cultura y la religión lamentaron el fallecimiento del escritor Ernesto Sabato ocurrido durante la madrugada en su casa de Santos Lugares, el barrio donde vivió durante los últimos 60 años.


* Pacho O'Donnell: “Así como Borges describía el Buenos Aires mitológico, laberíntico, Sabato habló del Buenos Aires real (...) Incorporó a la literatura la psicología y el lenguaje cotidiano del hombre medio de Buenos Aires, su personaje tiene una carnadura absolutamente real y reconocible, y esto incluso generó toda una corriente de imitadores”.

* Jorge Coscia: “Sabato fue un gran escéptico de la Argentina, y digo escéptico con mayúscula, porque el escepticismo es una manera de pensar. Un país como el nuestro ha dado lugar al escepticismo durante períodos muy amplios, con la particularidad de que Sábato, formando parte de un pensamiento establecido, fue el primero en levantar la vista y descubrir otra realidad”.

* Felipe Pigna: "A esta altura del balance vale más todo lo bueno que hizo como su presidencia en la Conadep, sin olvidar el incidente del almuerzo con Videla, pero recordando que en ese mismo encuentro pidió por la vida del escritor (desaparecido) Haroldo Conti".

* Alejandro Dolina: "Estoy muy triste por la noticia. Me acabo de enterar y no me salen las palabras en este momento. Sólo me sale llorar".

* Marcelo Birmajer: "Me dijo: he sido un utopista toda mi vida, y hablamos sobre su distancia de la izquierda stanilista, de las vertientes armadas o de las ideas sartreanas. Me gustaron mucho sus ensayos, sobre todo `De hombres y engranajes` que hablaba sobre los problemas contemporáneos a mediados de los 80. Fue un gran pensador".

* Elvira González Fraga: "Es un grande que se va. Hace mucho que estaba mal pero de alguna manera se mantenía estable. Sufría, pero todavía pasaba momentos buenos, principalmente cuando escuchaba música, que le gustaba mucho. Nos hemos acompañado como treinta años. Tuvo una vida muy buena, fue muy querido.

* Sergio Olguín:"Me marcó mi adolescencia, en especial `Sobre héroes y tumbas'. Creo que fue el libro más vívido que tuve a lo largo de toda mi vida. El personaje de Alejandra es el más fuerte con el que me he cruzado en la literatura argentina, y a la altura de los personajes de Stendhal. Sin duda es un autor fundamental de la literatura argentina".

* Elsa Drucaroff: "Lo leí de adolescente, un escritor muy interesante pero desde lo político le discuto muchas cosas, aunque no es momentos para hablar de ellas. Espero que ahora se lo valore desde lo literario, porque tiene dos novelas que son muy interesantes".

* Alicia Steimberg: "Empecé a leer el `Informe sobre ciegos` que está en `Sobre héroes y tumbas` y la verdad es que lo dejé por la mitad. Lo mismo me pasó con `El túnel`... Siempre me propongo retomarlos, pero después se anteponen otros libros que me terminan pareciendo más importantes (...) Recuerdo haberle mandado un poema cuando tenía 20 años y él 40. No soy poeta, pero quería que me diera su opinión. Me mandó su respuesta en un papelito amarillo, escrito con tinta negra y letras chiquita, donde me decía que le había interesado. Después, en una conversación, me dijo que no me apurara a publicar. Fue un consejo que cumplí a rajatabla, porque recién publiqué a los 38".

* Dalmiro Sáenz: "Cuando lo conocí, me generó una gran envidia su lucidez; más que su literatura, me sorprendió la velocidad mental que tenía. Me inhibía su inteligencia. Es chica su obra, pero su persona es enorme".

* Justo Laguna: Era una gloria nacional. Me parece un de las plumas más brillantes después de Borges en castellano", remarcó el prelado que incluso resaltó haber casado a Sabato cuando contrajo enlace con su esposa Matilde Kusminsky Richter. Asimismo, destacó su acercamiento a la religión católica al indicar que Sabato "no era anticlerical, terminó yendo a misa e incluso luego Matilde se convierte al catolicismo".

* Elsa Osorio: “'Sobre héroes y tumbas' y, por supuesto, su actuación en la Conadep fue muy importante (...) Independientemente de algunas cosas que no puedan haber gustado en su momento, el hecho de haber encabezado la Conadep fue un hito fundamental en la historia de los derechos humanos".

* Claudia Piñeiro: "Lo que más me impresiona es que con él se termina toda una generación de escritores que nos fue dejando despacito y da pie a la próxima (...) Me parece que su importancia literaria se puso de manifiesto en el Programa Sur de Traducciones que impulsa la Cancillería argentina, ya que ha sido uno de los más traducidos en el exterior".

* Guillermo Martínez: "Es una autor que yo leí en mi adolescencia, me parece que tiene una excelente novela que vale la pena seguir leyendo, `El Túnel`, y de `Sobre heroes y tumbas`, recuerdo el Informe sobre ciegos, la parte de la muerte de Lavalle, así como algunos ensayos -`Uno y el Universo`- que en su momento me parecieron muy lúcidos".


Diferentes referentes políticos y funcionarios expresaron su dolor y respeto al conocerse el fallecimiento del escritor.



*A través de un comunicado, el Ministerio de Educación resaltó el "aporte que hizo a la democracia" el escritor Ernesto Sabato. "Su muerte es una gran pérdida para todo el pueblo argentino", añadió la cartera que encabeza Alberto Sileoni y planteó que se lo recordará "por su importante obra literaria y ensayística, pero también por ser un defensor de los derechos humanos".

* El ex ministro de Educación y senador nacional Daniel Filmus, declaró que "siente profundamente la muerte de Sabato, que fue un gran escritor, humanista, trabajador por la paz".

* Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980: "Reconozco en Sabato que tuvo una actitud de compromiso, al comienzo estuvo con Videla, pero lo que hay que reconocer es que tuvo la capacidad de cambiar y fue muy crítico con la dictadura (...) Era un hombre con una gran angustia existencial, pero que sabía escuchar y aportar cosas".

* Héctor Timerman, canciller: "Me apena la muerte de Sabato. Nos quedan sus libros y el recuerdo de un hombre apasionado por su país".

* El gobernador Daniel Scioli destacó el "talento universal que obtuvo y el justo reconocimiento por su genio literario y compromiso con los derechos humanos".

* El ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, calificó que fue "un hombre justo y valiente, y un gran escritor".

* El ministro de Economía, Amado Boudou, puntualizó que "con sus luces y sombras, con sus héroes y tumbas, un símbolo de nuestra patria se ha ido. Respeto, nos queda su obra".

* El candidato presidencial por el radicalismo, Ricardo Alfonsín, lo recordará como "un hombre de ideas, pero también como un hombre ético, los argentinos necesitamos ejemplos como Sábato".

* En su twitter, el diputado socialista Roy Cortina envió el mensaje "Gracias por todo Don Ernesto".

* A través de un comunicado, el Gobierno porteño señaló: "Mucha tristeza por la muerte de Ernesto Sabato, genial escritor y hombre de gran coraje".

* Julio Cobos: "El mejor homenaje que podemos hacerle a Sabato es promover la lectura de su obra y tomar como ejemplo sus principios éticos y valores".


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