Elecciones parlamentarias en Argentina: ¿fin del kirchnerismo?


Pablo Solana / Mariátegui
31/10/13

Los resultados de los comicios del pasado domingo muestran un reacomodamiento de la política en Argentina, determinante de cara a las presidenciales de 2015. El tercer gobierno de los Kirchner llegará a su fin sin perspectivas claras de continuidad y debilitado electoralmente. El recambio parece presentarse por centroderecha. Mientras tanto, crece una izquierda combativa que suma tres parlamentarios trotksistas y varios legisladores en las provincias. Sin crisis económica ni grandes movilizaciones sociales, la agenda política parece quedar limitada a los vericuetos de la disputa electoral.

Un kirchnerismo sin sucesión después de 12 años en el gobierno

Las elecciones recientes son consideradas "de medio término", ya que encuentran a Cristina Fernández en medio de los cuatro años de su segundo gobierno. Reelecta en 2011, no podrá presentarse a una nueva reelección. Sumado al primer gobierno de Néstor Kirchner en 2003, las tres presidencias completarán hacia 2015 un ciclo de 12 años. El kirchnerismo capitalizó políticamente la recomposición económica del país después de la fuerte crisis del 2001. Desde entonces, las medidas progresistas y el acercamiento a procesos de cambio en América Latina, se complementaron con un modelo neodesarrollista basado en el extractivismo y el monocultivo de soja como principales motores (con sus socios de privilegio, Monsanto y Barrick Gold). 

En el plano político, el kirchnerismo aún hoy parece depender del tradicional partido peronista (PJ), cuya estructura se va volcando a otros candidatos más conservadores, como mostró la reciente elección. Sin Cristina como candidata posible para el 2015, sin otras figuras propias y con la estructura peronista corriéndose a opciones de centroderecha, el kirchnerismo no desarrolló suficiente construcción propia y parece resignarse a una futura candidatura presidencial del gobernador bonaerense que, ya despejada de aspectos progresistas, al menos le garantice un repliegue más amigable y menos confrontativo de lo que propone la oposición.

El recambio que proponen las clases dominantes: corriéndose al centro y a la derecha

El candidato más votado en las elecciones recientes fue un intendente bonaerense, Sergio Massa. Se trata de un ex integrante del gobierno de Néstor Kirchner, que ahora se propone conducir al peronismo en oposición al gobierno, es decir: disputarle la estructura política para ser candidato presidencial en 2015. La segunda opción más votada, también en la provincia de Buenos Aires, fue apadrinada por el otro presidenciable, el gobernador Daniel Scioli. 

Surgido a la política en el neoliberalismo menemista, fue vicepresidente de Kirchner y gobernó todos estos años en un delicado equilibrio con el kircherismo progresista, lo que le permitió marcar un perfil propio, conservador, sin salirse de la estructura política oficialista. Entre esos dos candidatos (peronistas, conservadores), parece quedar delineada la disputa presidencial 2015. Hay otras opciones que pretenden disputar la presidencia en el mismo sentido. Algunas abiertamente de derecha, como el alcalde porteño Mauricio Macri, o liberales, como el Partido Socialista que gobierna la provincia de Santa Fe en alianza con la Unión Cívica Radical, la otra expresión del bipartidismo en Argentina. 

Esta última se trata de un "socialismo" particular, de cuño liberal, que para dejar clara su distancia con los posicionamientos del kircherismo y del contexto latinoamericano, declaró públicamente su adhesión a la oposición venezolana en los más duros momentos de desestabilización golpista en el hermano país. A la hora de evaluar el recambio presidencial, entonces, estas elecciones legislativas arrojan un panorama donde los 4 políticos más votados expresan opciones conservadoras de recambio. Aún desde el oficialismo.

La izquierda, minoritaria pero en crecimiento

La crisis política, económica y social que clausuró el ciclo neoliberal en Argentina en 2001 mostró la vitalidad de un movimiento popular combativo, de masas, que en su momento logró imponer cambios de gobiernos a partir de la movilización y la radicalidad en la lucha, pero que no supo proyectar políticamente (electoralmente) esa potencia social. El kirchnerismo integró a parte de ese movimiento social (Madres de Plaza de Mayo, Movimiento Evita, Partido Comunista), pero después de 10 años, esas expresiones no se ven muy fortalecidas: dependen de un proyecto político ajeno, no crecieron sustancialmente ni ocupan espacios de representación. Su desafío será construir perspectivas sólidas de proyección política a futuro, si el kircherismo pierde el gobierno en 2015 como resulta probable.

Una nueva izquierda vinculada a los movimientos sociales. Otra parte del movimiento social surgido al calor de la resistencia al neoliberalismo exploró caminos de autonomía e independencia ante los aspectos de corte antipopular que propuso el kircherismo: diversos movimientos sociales se afirmaron en la resistencia a la megaminería y el extractivismo, la precarización laboral y las patotas sindicales oficialistas, los abusos contra los pueblos originarios, y la pervivencia de una lógica de represión que se mantuvo de la mano de las policías provinciales y federales. De ese proceso surgió lo que comenzó a denominarse "nueva izquierda" o "izquierda independiente", que en esta coyuntura electoral arriesgó sus primeras apuestas con candidaturas locales allí donde había logrado un buen desarrollo social previo. 

Como parte de este espacio, el Frente Popular Darío Santillán, de origen piquetero, presentó candidatos en la Ciudad de Rosario; el movimiento surgido de las universidades porteñas Marea Popular hizo lo propio en la Ciudad de Buenos Aires; Patria Grande fue la opción para la Ciudad de La Plata, y otras experiencias se presentaron en Luján y Jujuy. En cada caso se trató de fuerzas sociales que conformaron partidos electorales para la ocasión, sin experiencia previa y reemplazando la falta de estructura con una militancia abnegada. No obtuvieron bancas esta vez, pero los voceros de las distintas experiencias coinciden en valorar el buen caudal de votos, que en promedio rondó el 5% del padrón.

El trotskismo parlamentario, la novedad. No uno, sino tres son los partidos trotskistas que en Argentina desarrollan su activismo en las bases sindicales, el movimiento estudiantil y la juventud trabajadora. El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) reune a esos partidos y resultó ser la mayor sorpresa de estas elecciones al presentarse sin alianzas y lograr 3 lugares en el parlamento nacional, y otra cantidad mayor de bancas en legislaturas provinciales. 

En cada caso, para remarcar su carácter de "alternativa de izquierda" proponen criterios novedosos para lo que es la política representativa: definieron que el salario de cada diputado sea igual al de una maestra o un obrero, y donarán el resto a fondos de huelga; rotarán las bancas entre los distintos candidatos, más allá de quién encabezó las listas; y prometen redoblar el compromiso en las luchas sociales y de los trabajadores: "ahora las luchas en las calles, fábricas, barrios, colegios y facultades son más importantes que nunca y cuentan con el apoyo de un gran número de diputados y diputadas de Izquierda, que además llevarán la voz y los reclamos de cada una de esas luchas a los distintos parlamentos, no para liquidarlas ni regimentarlas, sino para potenciarlas y visibilizarlas aún más rompiendo el aislamiento que muchas veces justifica las derrotas", explican.

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La inflación, el trabajo precario, la estructura impositiva regresiva, son aspectos de la economía que generan disconformidad en los sectores populares, pero aún están lejos de prefigurar escenarios de crisis como conoció la Argentina hace algo más de una década. Los conflictos sociales persisten, porque el movimiento popular mantiene su actualidad, su agenda reivindicativa y su vocación de lucha, y porque el kirchnerismo en el gobierno ha dado motivos varios para la protesta. Aún así, se trata de movilizaciones focalizadas, en determinadas provincias o por conflictos específicos de determinado sector social. Ante este panorama económico y social, las organizaciones populares buscan seguir fortaleciéndose por las bases más allá de las alternativas de la política representativa; mientras tanto, el debate político seguirá centrado en estos próximos dos años en la incertidumbre que genere el próximo recambio presidencial. 


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