Atentado, muerte y salvación del cadáver del camarada Lenin


Luis Hernández Serrano / Mariátegui
28/01/14

El cuerpo del creador del primer estado socialista del mundo, artífice de la primera práctica estatal del comunismo en la historia, resulta sagrado no solo para los rusos, sino para el mundo entero...

A propósito de que se cumplen 90 años de la muerte Vladimir Ilich Lenin, Cubahora comparte con sus lectores un artículo publicado en exclusivo por nuestra revista hace 5 años atrás.

Como no pudieron catorce ejércitos destruir la Revolución Socialista de Octubre, los enemigos de la nueva Rusia idearon el macabro plan de asesinar al líder de ese pueblo.

Apoyada por la contrarrevolución interna y externa y, por supuesto, por las fuerzas imperialistas, una furibunda anticomunista y contrarrevolucionaria a sueldo de los enemigos del socialismo, atentó contra la vida de Lenin, cuando se retiraba de la fábrica de Michelson, tras hablarles a los obreros, el 30 de agosto de 1918.

Fue Fanny Kaplán, quien le disparó sorpresivamente por la espalda y a boca de jarro, con una pistola Browning, a trae pasos del auto en el que lo esperaba su chofer, Stepán Guil, que no pudo impedir el alevoso suceso, también sorprendido sin tener la oportunidad de responder al atentado.

Ese mismo día fue asesinado en otro atentado inevitable, como prueba inequívoca de una conjura contrarrevolucionaria preparada por el enemigo, M.Uritski, jefe de la Seguridad de la ciudad de Petrogrado.

Dos plomos, por demás envenenados, le penetraron a Lenin por puntos diferentes y se alojaron en su cuerpo. Uno entró por el homóplato izquierdo, interesó la parte superior del pulmón y se atascó en la parte derecha del cuerpo, un poco más arriba de la clavícula. El otro le dio en el hombro izquierdo, fracturó el hueso y se incrustó —también atascado— bajo la piel, en la región humeral izquierda.

SECUELAS DEL ATENTADO

Tras una azarosa recuperación, Lenin continuó dirigiendo el Partido y el Estado, pero a principios de 1922 se fue agravando y los médicos le recomendaron encarecidamente que no trabajara ya más como siempre lo había hecho, e incluso que no siguiera leyendo, ni escribiendo como él acostumbraba a hacer.

Por esos días, por los efectos propios del envenenamiento provocado por el contenido de las balas que le dispararon, el líder soviético quedó parcialmente paralítico. En enero y febrero de 1923 mejoró algo, pero en marzo de nuevo empeoró considerablemente.

El 21 de enero de 1924, a las 6:50 p.m., su corazón afectado dejó de latir. A las seis de la mañana del día siguiente, Radio Moscú anunció la noticia al mundo, que enseguida, como era de suponer tratándose de tan alta personalidad histórica, repercutió en todos los medios de prensa del momento.

Fue velado unas horas en su habitación de la casa gorkiana, y el 22 llevado a la estación ferroviaria de Guerásimov, hasta Moscú, donde fue colocado en la Sala de las Columnas del Palacio de los Sindicatos. La mayor orquesta de cuerdas del país interpretó una marcha luctuosa en su honor, mientras cientos de miles de personas fueron a despedirlo en medio de un intenso frío.

LOS DIFERENTES MAUSOLEOS

El Congreso de los Soviets de la URSS acordó erigirle un Mausoleo, que con los años se convirtió en una de las obras cumbres de la arquitectura soviética, y la dirección del país tomó la decisión de exponerlo allí públicamente bajo una rigurosa y marcial custodia, junto a las murallas del Kremlin. En tres días se levantó el primero de los sepulcros, donde se colocó el cadáver de Lenin el 27 de enero de ese año 1924.

Fue una obra provisional. Al poco tiempo se cerró y comenzó a construirse otra, también de madera, de nueve metros de alto y 18 de largo, durante los meses de marzo a agosto.

De julio de 1929 a agosto de 1930, se construyó un nuevo mausoleo, pero de piedra, de granito rojo y labradorita negra. Solo el monolito donde aparecía su nombre pesó 70 toneladas y el conjunto completo unas 10 000 en total. La cuarcita roja empleada se extrajo de las orillas del lago Anega, el único yacimiento de ese mineral en el mundo. La obra fue dirigida por el arquitecto y académico Alexey Shusev (1873-1949). Se remozó en 1940 y fue restaurado junto con la Plaza Roja en 1974.

OPERACIÓN MILITAR RELÁMPAGO Y SECRETA

Cuando el 2 de junio de 1941 los alemanes invadieron a la Unión Soviética, ya los planes para proteger el cadáver embalsamado de Lenin, por supuesto, se habían adoptado. Era absurdo pensar que el cuerpo-símbolo fuera a quedarse sin amparo, a merced de bombardeos, incendios, explosiones, de una profanación contrarrevolucionaria o de un rapto de los nazis.

Como fue planeado, en agosto de ese año echó a andar el engrasado mecanismo secreto de evacuación del cadáver de Lenin, por una fuerza especial de tropas del Ministerio del Interior entrenada especialmente para semejante tarea estratégica.

El traslado se realizó como estaba concebido, solo con el conocimiento de un mínimo indispensable de dirigentes políticos y militares soviéticos, hasta un lugar oculto en Tiumen, en la Siberia Occidental.

Como es de suponer, entre las personas que acompañaron el cadáver de Vladimir Ilich estaban los mejores médicos y científicos soviéticos que participaron y habían seguido de cerca el embalsamamiento.

En el lugar exacto en que colocaron el cadáver del líder soviético, se mantuvo oculto, con una guardia más rigurosa aún que la del Mausoleo y durante dos años y medio, tiempo en que los expertos embalsamadores cuidaron técnicamente de su conservación.

¿ENTERRAR UN PARADIGMA?

El cuerpo muy bien embalsamado de Lenin ha sido considerado siempre como una parte de la memoria histórica, intocable y motivo de respeto, lo cual no ha impedido que algunos políticos e intelectuales hayan esbozado la idea de destruir el mausoleo que guarda sus restos venerados, y hasta han declarado públicamente la necesidad de enterrarlo y hasta de destruirlo.

Se ha señalado incluso que la propia esposa de Lenin, Nadiezha Krúspkaya, dejó escrito que él expresó su deseo de que al morir fuera sepultado junto a la tumba de su madre, en el cementerio Volskoskoye, en la antigua ciudad de San Petersburgo.

Sin embargo, otras relevantes personalidades se oponen al entierro y a la desaparición del cadáver, entre ellas el dirigente del Partido Comunista Guennadi Ziugannov.

Por otra parte, en distintos medios de prensa internacionales que el ex presidente y actual primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, planteó que "el cuerpo de Lenin permanecerá en el Mausoleo mientras lo quiera la mayoría de los rusos".

Según numerosos artículos periodísticos, buena parte de la población rusa cree que enterrar a Lenin es "un ataque a la conciencia de la nación, una ofensa a la memoria del líder comunista internacional, una profanación de las tradiciones o convertir a los ciudadanos rusos en amnésicos históricos".

Igualmente encuestas que se vienen realizando desde 2005, a más de 80 años de su desaparición física —hoy se cumplen 85 de su muerte— han recogido el criterio mayoritario de que "el cuerpo momificado del creador del primer estado socialista del mundo, artífice de la primera práctica estatal del comunismo en la historia, es algo demasiado sagrado no solo para los rusos, sino para el mundo entero".

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