Tomás Borge, un poeta de armas tomar

Arráscue, "Retrato de Tomás Borge", Xilografía, 2014.

Marcela Pérez Silva / Mariátegui
14/08/14

Necesario es aclarar que estas páginas son hijas del amor. No sólo porque Tomás Borge, el comandante poeta, era de amor que hablaba cuando invitaba a cambiar el mundo y a hacer de Nicaragua un paraíso donde construir la casa del hombre(1); o cuando escribía ardientes proclamas contra el tirano y desafiaba con los puños crispados al imperialismo; o cuando platicaba con las multitudes anunciando tiempos de libertad, de justicia, de soberanía. Digo que estas páginas nacieron del amor porque los poemas clandestinos en ellas reunidos sobrevivieron al destierro, a la tortura y a la legendaria vida de su autor, gracias a las mujeres que lo amaron.

El poemario está organizado en cuatro secciones, ordenadas de forma cronológicamente inversa.

Los textos más lejanos en el tiempo fueron escritos entre Bogotá y Lima (1969-1970), durante su exilio clandestino en tiempos de Somoza. De no haber sido por la musa colombiana que los inspiró y resguardó con celo, se hubiesen extraviado en la noche del olvido. Gracias a ella, han podido llegar hasta nosotros la ortografía perfecta de las pecas de María Cristina, las huellas de Armstrong en la luna, los gamines, Vietnam, el hermoso Madrigales (que fuera incluido entre Los más bellos poemas de amor y desamor (2)) y su Promesa:

Juntos quemaremos 
los afiches del Che 
para alumbrarnos 
con su ejemplo

El capítulo tres (1972-1978) contiene los poemas escritos en prisión: a la hora de la capucha, el suplicio y la dignidad. La mayoría de ellos fueron salvados de la ferocidad y la barbarie gracias a Josefina, la de las sandalias de espuma, quien habría de convertirse en su segunda esposa. Lograron escabullirse del calabozo, ocultos en su breve cinturón café, o perdidos bajo el bordado de su blusa. Sobresale entre estos, el estremecedor Carta a Ana Josefina.

Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz para que les hiciera una confesión. En vez de eso le escribí un poema a mi hija recién nacida. Me dieron una tremenda paliza (3).

El segundo capítulo corresponde al período (1985-1989), es decir, a los años de la Revolución Sandinista y su dirección colegiada. Años de Tomás al frente del Ministerio del Interior: Centinela de la Alegría del Pueblo, en los que fundó una Policía destinada a brillar y un Sistema Penitenciario de régimen abierto. Años de inventar una nueva ética que hiciera prevalecer la solidaridad sobre el interés, el perdón sobre la venganza: “Sólo un poeta podía haberse vengado de su torturador, perdonándolo...” (4). Pero también años de amores intensos, breves, resplandecientes. De extraordinarias aventuras.

Ya que no es posible 
que vos y yo
hagamos las veinte mil 
leguas de viaje 
submarino
o visitemos el rostro 
oculto de la luna
...
tengamos una aventura 
Dos
Tres aventuras

El capítulo primero (1990-2012) contiene los poemas de su etapa de madurez: aquellos espléndidos años que tuve el privilegio de vivir a su lado. Muchos de ellos nacieron del apuro de descubrir que había olvidado una fecha importante. Llegaron al mundo en tarjetas de floristerías, en las páginas en blanco arrancadas del comienzo y el final de los libros, en hojas de cuadernos de espiral, escritos con indescifrable letra que sólo yo entendía, llenos de tachaduras, flechas y correcciones.

Tomás era meticuloso y perfeccionista en su trabajo. Aquellas alocuciones encendidas de pasión que daban la impresión de ser tan espontáneas: “el comandante Tomás Borge abre la boca y sale un sol / y detrás del sol Nicaragua /" (5), en realidad habían sido preparadas por él con gran rigor, semanas antes. ¡Me salí del texto! −solía decir, orgulloso, después de un discurso. Y era que de tanto trabajarlo, lo había interiorizado hasta el punto de permitirse improvisar sobre seguro. De igual modo hacía con sus poemas: jamás dejaba de corregirlos. Aun después de publicados, los seguía puliendo. Por eso existen tantas versiones, incluso contrastantes, de un mismo verso: amaba jugar con las palabras, construir frases ingeniosas, metáforas osadas, afilar el estilete, dar en el blanco.

Tomás escribía desde la Historia sabiéndose protagonista imprescindible de ella. Urgido por la necesidad de amar, de dar, de darse. Era bromista, jodón, fogoso, optimista, honesto, valiente, tierno, transparente. Un poeta de armas tomar.

Managua, 19 de julio de 2014


Notas.

(1) Tomás Borge, El arte como herejía, Madrid: Gakoa, 1991, p.138.
(2) Juan Manuel Roca, Los más bellos poemas de amor y desamor, Bogotá: Oveja Negra, 2007, p. 44. 
(3) "Amado y temido, Tomás Borge entrevistado por Frank Otero Luque", Nuestra Bandera.
(4) Arturo Corcuera, “Tomás Borge, entre la pistola y la pluma” en Tomás Borge, A la sombra de un grano de sal, Lima, 2007, p. 8.
(5) Juan Gelman, “Mareas” en De palabra, Madrid: Visor, 1994, p. 443.


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